lunes, 11 de agosto de 2014

Cómo preparar una cena perfecta

Claramente, disfrutando de todas y cada una de las tareas. Centrándote en lo que estás haciendo en cada momento, pensando en los tuyos. En lo que vais a disfrutar probando el resultado de tu pequeño esfuerzo. Al final esto del Mindfulness que está tan de moda tiene su sentido.

Esta semana lo he disfrutado todo, desde la elección de las recetas hasta terminar dejando la cocina ordenada.

Incluido por supuesto, ir a la compra. Carrefour fue el único hiper que tenía todo lo que necesitaba, así que me acerqué tranquilamente el martes. Compré, todo, incluida harina de centeno para un pan que no me dió tiempo a preparar.

El miércoles me puse manos a la obra nada más llegar a casa. Con el disco completo del Boss de The River y una copa bien fresquita de Marina Espumante. Poco a poco fui preparando toda la mise en place. Como cambia todo cuando haces las cosas con calma.

Ir probando los ingredientes según vas avanzando la elaboración, otra copita de vino, una delicia. Hasta me dio tiempo a pegar unos saltos en alguna que otra canción. Me llevan molestando un poco las rodillas desde entonces. No había yo previsto que tuviese que estirar después de cocinar.

Cuando subieron las chicas de la piscina sólo quedaba emplatar. Tenía tantas ganas de sentarme a cenar que se me olvidó poner música, así que por esta vez disfrutamos sólo de la comida. La mejor por el momento. La ensalada de berros estaba tremenda, la salsa con la miel, mostaza y aguacate, un éxito.


El segundo, perca al limón, no podía ser una receta más sencilla, mantequilla, ajo, limón y un poco de albahaca. Probadla, tiene un toque fantástico y no lleva más de 5 miutos. Yo ya he repetido, para no tirar la albahaca, con rodaballo está igual de buena.


Conclusión, esta semana incluimos 10 ingredientes nuevos y ya van 52. A diferencia de otras veces no me costó demasiado, el truco de la ensalada es un salvavidas. A ver cómo organizo estas semanas de vacaciones, salirse de la rutina no va a ser bueno para el reto.


Desde que he empezado hoy a escribir no dejo de pensar en las comidas de mi abuela. La recuerdo siempre igual, toda mi vida, cualquier día de verano, o en navidades con 25 a comer. Levantándose al alba, poniéndose manos a la obra y cuando nos levantábamos los demás ya tenía la comida hecha. ¡Cómo olía siempre la cocina!

Ahora ya a sus 88 años ha bajado el ritmo, pero aún se te caen las lágrimas con el cordero, los macarrones, las albóndigas... y la tía no falla nunca. La ilusión, el cariño y el amor que transmite en cada plato son fantásticos. Mi afición a los fogones se la debo a ella, por esa pasión que ella le ponía en hacerlo y la que ponía yo en comérmelo.

Muchas gracias abuela.

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